¿Cómo sacar a una empresa del museo y ponerla en la pista?
Hubo un momento en que Karl Lachnner escuchó a un potencial cliente decir que no contrataba su empresa porque estaba desactualizada, como estancada en el tiempo. Esa empresa era la constructora Edica, una marca respetada en el mercado costarricense, con una trayectoria bien calificada, pero demasiado atenida al valor de sus servicios y poco dispuesta a adaptarse a los nuevos mercados complejos, exigentes, inciertos y competitivos.
Karl lo comentó con un amigo, que le recomendó contratar una empresa de estrategia de negocios y en ese proceso surgió la posibilidad de ingresar al Programa de Alta Gerencia - PAG de INCAE. La idea, sin embargo, no le simpatizaba porque temía “meterse un mes a clases teóricas con profesores carentes de experiencia que poco podían ayudar a la compañía”. Los resultados después le demostrarían cuán equivocado estaba, pero en medio ocurrieron muchas cosas.
Karl recuerda el día que entró y la sensación de estar en un congreso de alto nivel por los participantes de los profesores-expositores. Los casos de estudios, las discusiones sobre maneras de resolver problemas en empresas y los casos de simulación. Las enseñanzas que le dejó la estrategia de Cemex y de Inditex, o los dilemas de una cervecería americana cuya bebida de sabor fuerte tenía como mercado meta a hombres mineros que estaban envejeciendo y muriendo.
Tampoco puede olvidar los debates que se extendían al almuerzo o la cena, ni las experiencias de trabajar en equipo para comprender que, en efecto, varias cabezas piensan mejor que una.
Tiene muy presente el día revelador, cuando se percató de que había cambiado su manera de pensar sobre cómo llevar una empresa. Estaba convencido de la necesidad de atreverse a hacer cambios para evitar morir ahogado en el convencimiento de que todo es perfecto y que, si algo no funciona, es culpa del mercado. Además, había aprendido de liderazgo y sabía que debía empoderar a los equipos.
Fue entonces cuando en Edica modernizaron su estrategia y establecieron una junta directiva con profesionales externos, se dividieron tareas y decidieron crecer más allá de la zona de comodidad.
Ahora son un grupo corporativo que integra cinco empresas, una de las cuales tiene operaciones en Nicaragua. Los procesos ya dejaron atrás aquellos formatos casi artesanales y se basan en sistemas informatizados casi automáticos. Multiplicaron por tres su planilla, las ventas subieron 60% en los dos primeros años y el clima organizacional atrae el interés de muchos profesionales.
“El PAG cambió mi vida profesional. Ahora soy más curioso por oportunidades de negocio y estoy convencido de que las empresas necesitan crecer y adaptarse, cambiar para diferenciarse, y que hay que saber rodearse de personas que muchas veces saben más que uno”, cuenta Karl, orgulloso del giro que supo darle a la marca de aquella empresa que nació por la unión de su padre con otros dos ingenieros para construir el Hospital de Niños de Costa Rica.
