En ocasiones, a grupos de ejecutivos les pregunto qué los hace sentirse orgullosos de sus propias familias. En sus respuestas, sobresalen, entre otras, las siguientes cualidades: amor, respeto, compasión, unión, apoyo mutuo, fraternidad, alegría, generosidad y tolerancia. Seguidamente, les pregunto si creen posible vivir eso mismo en sus equipos, a lo que contestan afirmativamente. Entonces, surge la interrogante: ¿Qué se necesita para que esto suceda?