El arte de convivir | INCAE
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El arte de convivir

18 de Septiembre 2013
German Retana

¿Por qué algunas personas se esmeran en incomodar a otras con decisiones y conductas fuera de lugar? En cambio, cuando la actitud es respetar a los demás y acatar las normas mínimas de convivencia, todo funciona con una fluidez que inspira a las organizaciones y comunidades a avanzar hacia su propia superación.

Por ejemplo, en las playas de esta ciudad están demarcados los múltiples sitios en los que se encuentran nidos con huevos de tortuga. Los bañistas pueden estar a escasos metros de estos nidos pero nadie los invade o violenta. Ni siquiera en las noches hay vigilancia para evitar, como en otros países, el saqueo de los huevos. Simplemente los miembros de la comunidad reconocen con disciplina y educación los límites, no solo del territorio de otras personas, sino también de la madre naturaleza. Nadie teme por sus pertenencias porque todos saben que si algo no les pertenece es porque es de alguien más. ¡Respeto, honestidad!

Pese a la enorme cantidad de vehículos, el tránsito fluye con normalidad debido a que los conductores optan por cumplir las reglas, como el no detenerse en medio de la intersección para sacar ventaja provocando un terrible atascadero. La consideración hacia los semejantes induce al orden conforme a normas básicas para compartir recursos. Desdichadamente no sucede lo mismo en aquellas organizaciones con ciertos miembros que se interponen con posiciones paralizantes del buen desempeño, la cooperación y la mística del servicio mutuo.

Según Maquiavelo, “no puede haber grandes dificultades donde abunda la buena voluntad”. Si analiza las situaciones internas más incómodas que su empresa experimenta, posiblemente constatará que muchas de ellas se deben a que alguien no está haciendo lo obvio, si le guiara la buena intención. Así, se creen superiores, desconsideran la dignidad de los demás, irrespetan los principios de la fraternidad y, por si fuera poco, rechazan su culpa por las disfunciones que ocasionan.

Con buena voluntad germinan la solidaridad, la responsabilidad y la rendición de cuentas; sin ella, se restringe la libertad de los semejantes que ya no pueden elegir por cuenta propia su destino o calidad de vida, al ser víctimas de los abusivos del derecho ajeno. Si cada miembro de una ciudad o empresa hace las cosas procurando el bien común, se irán erradicando el miedo, el caos y la corrupción a favor de la confianza en un mejor futuro.

La sustitución de actitudes personales agresivas, defensivas o negativas, es un imperativo para reactivar la convivencia positiva y el orgullo de ser parte de una organización, lo que se convierte en un imán para sus militantes y clientes que se contagian de la grata sensación de que convivir con valores es vivir en paz. ¿Es agradable coexistir con usted en su empresa?

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Motivación

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