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María Elena Carballo: El arte de cortar a la medida

31 de Octubre 2016
Executive Education INCAE

Se llama María Elena Carballo Castegnaro y seguro en Costa Rica la recuerdan como una de las pocas ministras que logró completar el cuatrienio 2006-2010 y salir con la frente en alto diciendo una frase muy poco usual en la función pública.

“Es de lo más emocionante que hay”, dice aún hoy esta profesora de INCAE, que encarna la máxima de predicar con el ejemplo el mensaje en torno al liderazgo de mujer y las habilidades especiales que tienen sus congéneres. Porque las tienen.

Fue un tiempo apenas. Fueron cuatro años como Ministra de Cultura que sirvieron para enriquecer la dinámica de enseñar-aprender-enseñar en todos los espacios, incluso en los usuales pantanos del sector estatal costarricense donde cada pequeño movimiento implica esfuerzos titánicos y habilidades especiales de los líderes.

Ya puede decir que pasó por la prueba caliente del liderazgo, con constante exposición pública, recursos muy limitados, un entorno humano al cual resulta obligatorio adaptarse, abundantes controles institucionales y la presión constante por rendir en el cortísimo plazo, pero también en el mediano. Era a fin de cuentas un cargo público de primera línea y como tal, un tránsito por la cuerda floja.

No solo cumplió los cuatro años, sino que logró activar cambios sustantivos en el sector Cultura y además -o quizás como origen de todo- lo disfrutó, cuenta Carballo, Doctora en Estudios Literarios por la Universidad de Brandeis, en Massachusetts, y actual profesora en los programas de maestría de INCAE, en áreas de humanidades y comunicación.

¿Cómo es que una profesora del ámbito académico privado logra dar en el clavo en un puesto político de primera línea? Ahí entran las artes de un liderazgo femenino especialmente dispuesto para negociar, empatizar y comunicar, cuenta Carballo antes de advertir que en realidad hombres y mujeres comparten quizás un 90% de habilidades, pero que el 10% puede hacer la diferencia y sería un pecado desaprovecharlo.

A esas habilidades se encomendó Carballo entre 2006 y 2010. Sin una base partidaria a la cual echar mano y ajena al aparato público, supo tener la paciencia para identificar el recurso humano valioso, adaptarse a él y persuadirlo de matricularse en un proyecto de gestión a contrarreloj.

Era importante generar resultados pronto para pedir más presupuesto en el siguiente año para seguir obteniendo más resultados. Era activar el círculo virtuoso en un Ministerio cuyos recursos financieros nunca han sido prioritarios para el aparato público.

Por eso importaba afinar la persuasión interna pero también con otras instancias del Gobierno y con diputados que ni siquiera conocía, para convencerlos de aprobar un incremento presupuestario. Y para convencer, nada como los resultados, recuerda. Las nuevas bandas musicales, la actualización de bibliotecas cantonales y los proyectos de promoción cultural aún hablan hoy de esos frutos.

Eran momentos de cortar a la medida, de hablar a los colaboradores de una manera, a los actores políticos de otra; un lenguaje para los gestores culturales, para las entidades de control, para los medios de comunicación y para las dependencias ministeriales. Era hacer el trabajo de adaptarse, de empatizar y comunicar para poder influir en ellos.

Nada era casual, no podía ser casual cuando además era consciente de que su rendimiento no era solo suyo, sino de un gobierno presidido por la figura fuerte de Óscar Arias Sánchez y deseoso de mostrar avances también en desarrollo social, en el cual se integra la Cultura. Razones de más para aplicar eso que predica como profesora en INCAE y todo lo que acumuló en su experiencia de vida.

Quizás hay que irse incluso antes de la vida, porque ella sostiene que la fuerza de una mujer líder comienza desde cómo los padres imaginan a su hija. Después vienen cómo se forma ella en el ámbito familiar, cómo se incorpora ella a la educación formal y cuáles son los modelos que la sociedad le ofrece desde los medios de comunicación, sobre todo.

“Nadie quisiera que una niña aspire a ser en el futuro esa figura física explotada que vemos a menudo en la televisión”, dice Carballo.

Los encantos femeninos más valiosos son otros, quizás algunos construidos también con la experiencia en sociedad, como las habilidades gerenciales que se ejercitan desde las responsabilidades del hogar, sean estas inequitativas o justas. También juega a su favor la astucia de saber que una misma camisa no sirve para todos en una familia, que hay que ajustarla, mandarla a cortar y a zurcir. Es una parábola, claro sobre la empatía y la negociación a la medida.

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