Profesor Emérito de INCAE Business School. Fue miembro de la Facultad del INCAE desde 1981 en donde enseñó en los programas de maestría y de desarrollo gerencial en las áreas de liderazgo, planeamiento estratégico y cambio organizacional.
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El éxito de los colaboradores que “no trabajan”
02 de Noviembre 2016
Las condiciones propicias para la ejecución del trabajo las aporta la empresa, pero la actitud con la que este se realiza es atribución de los colaboradores. Analicemos algunas conductas que permiten a personas exitosas ser muy “empleables”. Podrían servirle a usted para autoevaluarse o para evaluar a miembros de su equipo.
En todo momento marcan una diferencia constructiva. Su naturaleza es estar siempre atentos, sorprender a compañeros y a clientes dando más de lo esperado. A través de sus acciones ofrecen la mejor versión de sí mismos. Son protagonistas.
Parecen vivir en el futuro inmediato, por eso anticipan lo que necesitan sus colegas, jefes y clientes externos. Esto hace que todo sea más fácil y la empresa fluye sin contratiempos. Aprovechan al máximo toda oportunidad de actualizarse, lo cual les permite afrontar los desafíos de manera prospectiva. Saben que la ignorancia es más cara que la capacitación; así lo advierte Henry Ford, para quien “Solo hay algo peor que formar a tus empleados y que se vayan… No formarlos y que se queden“.
Hacen de lo ordinario algo extraordinario, no terminan el día sin preguntarse a sí mismos: “¿Para quién y al hacer qué, marqué una diferencia significativa hoy?” En los momentos menos esperados, con una dosis de genuina humildad, sacan a relucir su vocación de servicio, sin supeditarla a la expectativa de una recompensa. Manejan exquisitamente los detalles. La eficiencia, la austeridad y la alta calidad humana son principios que los colocan en un lugar de privilegio entre sus clientes.
Juegan para su equipo, no los rige la necesidad personal de reconocimiento, sino la de hacer lo necesario para que sus compañeros triunfen y sobresalgan. Su sencillez y su alta disposición inspiran a los demás miembros. Han entendido que los competidores están fuera de la organización, no dentro. Ejemplarizan que la única estrella es el equipo. Valoran más la paz y la armonía que imponer su criterio. Pero también saben expresar lo que consideran correcto con firmeza y asertividad.
Siempre le dan un “toque” personal a sus acciones. Han desterrado la mediocridad de sus mentes. Para ellos, las situaciones complejas representan una oportunidad para usar la creatividad y la imaginación, por eso las asumen con optimismo. Normalmente, dejan una huella auténtica, relevante y memorable en quienes se cruzan en su camino. Se les contrata, indistintamente, por sus pocos o vastos conocimientos; se les promueve por el desempeño eficiente de sus labores y por su sabiduría para sostener relaciones basadas en el respeto mutuo.
Su gran sentido del humor refleja cuán felices son al contribuir a la consecución de resultados, incluso ante situaciones emergentes o imprevistas. Unen profesión con vocación; son profesionales en actitud, al margen de títulos o posiciones. En ellos se cumple aquella máxima de Confucio que reza: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”