Cambiar el pasado… ¿es posible? | INCAE
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Cambiar el pasado… ¿es posible?

03 de Abril 2018
German Retana

Disfrutar un buen clima laboral es el anhelo tanto de cada trabajador como de los niveles de dirección de las empresas. Entonces, ¿por qué para algunas esto parece inasequible o no trasciende los buenos deseos? ¿Cómo entender que, al mismo tiempo, en otras, el ambiente interno sea positivo y motivante, aun cuando en ciertos momentos experimentan idéntica adversidad? ¡La capacidad de trascender a situaciones pasadas! ¡Sí!, su determinación para transformar lo vivido.

Todo hecho desagradable genera emociones: resentimientos, ira, miedo, rencor, decepción, frustración, tristeza, celos, culpa, confusión, angustia, etc. La lista es extensa.  En respuesta, cada persona prepara en la “licuadora” de su mente el “coctel de emociones” que, consciente o inconscientemente, luego “beberá”. Las espiras de esta mezcla conducen a complejos laberintos que detienen la marcha del tiempo para anclar a la persona en el pasado reciente, en lo que provocó el trastorno. Esto es natural y frecuente tanto en el ámbito personal como empresarial. ¿Qué hacer?

El pasado tiene dos componentes: lo que sucedió y la interpretación que le damos. El daño mayor proviene de la interpretación. Ciertamente, no podemos transformar los hechos, pero sí las interpretaciones. Para ello, identifiquemos algunas opciones. Primera, más que desgastarnos indagando el porqué, preguntémonos qué nos enseñó lo sucedido. Un buen “para qué” puede incluso transformar una desventura en un éxito mayor que el esperado. Los líderes de equipos pueden crear el hábito de procesar semanalmente lo sucedido y acumular aprendizajes valiosos.

Segunda, aceptar la realidad: hay personas que hacen daño, sea por ignorancia, egocentrismo falta de valores, arrogancia o compleja inestabilidad. Y si, además, tienen posiciones de poder, ponen en riesgo el clima de trabajo. Así pues, lo oportuno es desarrollar la autoestima a tal nivel que el efecto de estas sea leve. Cumplir al máximo la tarea y restarles atención permite reenfocarse hacia otros buenos y nuevos proyectos. También, los equipos pueden identificar detractores externos, blindarse contra su influencia y gestionar solo lo que esté bajo su propio control.

Tercera, ubicarse en el presente. El desapego, la resignación y la humildad permiten entender que no siempre se ganarán todas las batallas, por altruistas que sean. Soltar y dejar en el pasado los hechos desagradables, sin cavilar mucho sobre ellos, guarda los bríos y permite sanar las heridas. Total, si ya pasó, quedó en el pasado. ¿De qué vale tener razón sobre lo sucedido si eso no cambiará nada? Ahora corresponde moverse hacia delante, desde el momento actual. ¿Recaídas? Sí, de vez en cuando, somos humanos. ¡Soltar permite levantarse y… dar el salto! Un equipo que se resigne ante un infortunio, con o sin culpa, es capaz de levantarse con dignidad y continuar su marcha.

Cuarta, aceptar ayuda. Las tres opciones descritas parecen sencillas, pero no siempre lo son. En ocasiones, organizaciones y personas necesitan ayuda profesional para procesar el pasado, perdonar, perdonarse, transformar interpretaciones y modificar efectos en el presente. Su comprensión tiene límites o sesgos que requieren refrescarse o mirarse desde otras perspectivas con la ayuda de coaches, asesores, psicólogos, psicoterapeutas u otros especialistas que acompañen el análisis con profundidad para trascender con confianza y, así, escribir una historia diferente.

Cuanto más se viva en el presente, sin cargas ni angustias pesadas del pasado, más liviano será el futuro, sin lastres. Y bien, hay que “transformarlo”, pues, de lo contrario, seremos ese pasado hoy.

Este post Cambiar el pasado… ¿es posible? se publicó originalmente en la Columna Semanal de German Retana.

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