Después de la crisis de 2007-2008 la economía global sufrió una fuerte recesión. Muchos esperaban que la recuperación fuese rápida. Sin embargo, después de diez años la producción y el empleo han fallado en alcanzar los niveles previos a la crisis, avanzando a paso débil y lento. América Latina no ha sido la excepción. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentados en su informe Perspectivas económicas de América Latina 2017, la región experimenta una prolongada desaceleración económica.