Ver el vaso medio lleno, más que un mantra de positivismo ciego (parte 2) | INCAE
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Ver el vaso medio lleno, más que un mantra de positivismo ciego (parte 2)

28 de Enero 2013
Randall Trejos

La gente habla de ley de atracción y de que uno crea su realidad, pero lo más común es que esto sea malentendido como un mantra de positivismo ciego, o para los no creyentes, como un invento New Age para vender libros. Lo cierto es que alude al mismo principio que hemos venido exponiendo. Nuestra predisposición mental, es decir, lo que creemos que somos o que podemos hacer, lo que pensamos de nuestro entorno y de aquellos a nuestro alrededor, realmente se vuelve realidad, no por un conjuro mágico, sino porque nuestras acciones estarán alineadas con estos pensamientos. Piense por un segundo en dos personajes: Pablo, un suertudo que siempre ha conseguido lo que quiere y que todo el mundo parece querer ayudarle, y Tomás, quien siempre se queja de que la vida no le da oportunidades y que en la vida todo cuesta y demanda sacrificio. Ambos se gradúan de la misma Universidad con notas muy similares y ahora empiezan la tarea de buscar empleo. Pablo, confiado de que hay oportunidades a cada vuelta de esquina, habla con mucho más gente, hasta con los más improbables, sobre su objetivo de encontrar trabajo. Si está haciendo fila en el supermercado y alguien inicia una conversación con él, se pregunta ¿y por qué no?, y termina hablando al extraño sobre lo que quiere conseguir. Para Pablo no hay nada que perder así que la intenta más veces con más personas. Para Tomás es una historia completamente diferente: inicia su búsqueda en las bolsas de trabajo que le recomiendan en la universidad, y si ve un puesto para el que no tiene todos los requisitos, ni siquiera aplica porque sabe que no lo van a contratar. No se le ocurre explorar en lugares inesperados ni hablar con extraños porque no es probable que le puedan ayudar con su búsqueda. ¿Quién de los dos cree que tiene mejor oportunidad de lograr lo que quiere?

Aunque podemos contar muchos ejemplos, uno de los mejores viene del baloncesto. Muchos se han hecho la pregunta de ¿qué hacía a Michael Jordan realmente bueno? Claro que tenía una tenacidad inquebrantable, y una disciplina para entrenar como pocos jugadores. Pero si tuvo la oportunidad de verlo jugar o mejor aún escuchar sus entrevistas, hay algo que emerge como un patrón: Para Jordan no había canasta imposible, nunca se rendía en una bola y es precisamente esta creencia la que lo hacía intentarlo más veces. En jugadas donde otros daban la bola por perdida, o descartaban penetrar porque la defensa estaba bien parada, Jordan lo intentaba. ¿Lo lograba siempre? Claro que no. Pero su percepción del juego y de lo que era posible, conducía sus acciones, en general diferentes de las de sus rivales. Como digo a los participantes de los talleres de liderazgo que como parte de mi trabajo como consultor facilito: “Si usted no la ve, no la concibe posible, nunca dará el primer paso para alcanzarla”.

Así que cuando alguien le pregunte que si el vaso está medio lleno o medio vacío, no conteste automáticamente ni piense que es una de esas cosas de pensamiento positivo, tómelo como una oportunidad de construirse un vaso medio lleno, y un mundo lleno de oportunidades.

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