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Conducirse por el carril de la inteligencia emocional

03 de Octubre 2019
INCAE Executive Education

A menudo la vida se trata de vencer a nuestro cerebro con los recursos que el propio cerebro nos provee. Los negocios son parte de la vida y, como tal, también exigen sobreponerse a los impulsos automáticos que suelen traernos problemas o alejarnos de nuestros objetivos.

Más o menos de eso se trata la aplicación de la inteligencia emocional en el mundo de los negocios, en sobreponerse a la amígdala cerebral que nos empuja a actuar a la defensiva, evadir los problemas, pelear u obsesionarse sin demasiado sentido de la racionalidad.

Se trata de aprender a utilizar los recursos de nuestro cerebro para administrar nuestras propias emociones, comprender las ajenas, manejar nuestro temperamento y explotar de la mejor manera las relaciones personales, explica el profesor Héctor Martínez, Ph.D. en Comportamiento Organizacional y profesor en INCAE Business School.

El profesor Martínez, seguidor del teórico en ciencia cognitiva Richard Boyatzis en la Universidad Case Western Reserve, subraya la importancia de aplicar la inteligencia emocional en estos tiempos de alta presión, incertidumbre, cambios e inmediatez. Si siempre ha sido importante para alcanzar el éxito y lograr el bienestar, más relevante es cuando el modus vivendi es el estrés crónico.

La buena noticia es que la inteligencia emocional se puede desarrollar. No equivale a hablar de “competencias profesionales” ni “carisma”, más referidas a las características naturales de una persona, sino a las habilidades que se pueden aprender y perfeccionar en la academia, los libros y en el terreno.

El modelo Goleman-Boyatzis agrupa esas competencias de la siguiente manera: las de autoconocimiento, las de autocontrol, las de comprensión de emociones ajenas y las de desarrollo de relaciones positivas, resume el profesor Martínez.

No se trata solo de contener nuestras emociones, una práctica que además de no ser del todo honesta podría desnaturalizar a un líder. Sí conviene, sin embargo, comprender el impacto de las emociones y tener honestidad sobre nuestros sesgos positivos y negativos. 

El líder no puede darse el lujo de no preocuparse como otros lo esperan, advierte el profesor Martínez. “Hay que tener apertura al cambio y atención a las nuevas oportunidades, pese a que el cerebro está permanentemente tratando de automatizarse”, señala el experto junto a conductas como la persistencia ante obstáculos y la empatía con las emociones ajenas, como se requiere a diario en la política y en las redes sociales. 

 
 

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