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Después de conmemorar el bicentenario, hay que acelerar

06 de Octubre 2021
Mauren Esquivel

Terminó septiembre del 2021, un mes más de pandemia y vacunación; pero también, el mes del bicentenario de la independencia en la región. Un evento histórico que sirvió para que habláramos de un mismo tema y de nuestra historia en común. Este hito fue celebrado de diferentes maneras en los países, así se vieron fuegos artificiales, recreaciones históricas con escenarios vacíos, drones, días festivos, desfiles sin público, monedas conmemorativas, conciertos, campañas publicitarias, conferencias en línea, etc. También, y como es de esperar en una región migrante, se realizaron festividades en Estados Unidos por parte de las comunidades centroamericanas que viven en ese país, hacíendose más visibles esos lazos que no conocen fronteras.

Y claro que hay que conmemorar esta fecha, es un logro la consolidación de una identidad nacional, ese conjunto de factores socio-culturales que hacen diferente el sentimiento nacional de los chapines respecto a los catrachos por ejemplo. Pero también se han visto, diferentes reflexiones y estudios sobre las deudas pendientes, rezagos y retos; aspectos de altísima relevancia en una región que no termina de consolidar un modelo que genere crecimiento económico de forma sostenible e incluyente, eso también lo tenemos en común.

Y es que si bien la región ha tenido sus distintos momentos de bonanza económica; cuando se mide el valor de los bienes y servicios producidos en los países, ajustando por diferencias en poder adquisitivo y población, usando el PIB per cápita en dólares ajustados por paridad de compra. Se encuentra que el tamaño de la economía, previo a la pandemia con datos del 2019, es de $ 5,451.71 para Nicaragua, $ 5,736.18 para Honduras, $ 8,653.31 para Guatemala, $ 8,796.54 para El Salvador, y de $ 20,805.34 para Costa Rica. Los países del CA4 están por debajo del promedio de América Latina y el Caribe que tiene  $16,410.18, y los 5 países están todos por debajo de Panamá  que tiene $ 31,432.11, lider de la región, y todos aún lejos del promedio de los países de la OCDE con $ 44,553.59. En otras palabras, antes de la pandemia, aunque se registraban avances, ya teníamos rezagos con relación a América Latina y el Caribe, y también respecto a las economías más avanzadas del planeta.

Figura 1: PIB per cápita en dólares ajustados por paridad de compra (US $ constantes 2017).

Midiendo los impactos de la pandemia, en este mismo indicador de PIB per cápita en dólares ajustados por paridad de compra, para el 2020, se constata una caída en los países de Centroamérica que les borra los avances de los últimos años en prosperidad económica. Así en Costa Rica se regresa a niveles similares a los del 2016, en Guatemala a los del 2017, en Honduras a los del 2014, en Nicaragua a los del 2013, en El Salvador a los del 2014, y en Panamá a los niveles del 2012. Obviamente esta es una crisis global, América Latina y el Caribe la región más afectada regresó a los niveles del 2010; y los países de la OCDE en promedio a niveles del 2016.

En un solo año se destruyó riqueza en nuestras economías, se borraron años de avances; y se agregaron presiones económicas a un contexto afectado por las deficiencias estructurales y los impactos multidimensionales de la pandemia. Hoy como hace 200 años hay una agenda común, ya no para construir una identidad nacional y consolidar una independencia; si no para construir un modelo que genere prosperidad de forma sostenida, recuperar lo perdido por la pandemia y cerrar las brechas con América Latina, y de ser posible, también con las economías más avanzadas.

Claro, esta agenda siempre ha estado presente en la narrativa y diagnóstico regional. Pero la pandemia trajo cambios, se aceleraron algunas tendencias, en la forma en la que producimos, trabajamos, consumimos, aprendemos, viajamos, el mundo cambió. Si no aprovechamos estos cambios para acelerar el crecimiento económico de nuestros países, no sólo tardaremos en recuperar lo perdido, seguiremos rezagados. El mensaje principal rumbo a los próximos 200 años de Centroamérica tiene que pasar por hacer más competitivas, eficientes, sostenibles e incluyentes las economías de la región, y no basta sólo con crecer, necesitamos  acelerar cuanto antes. ¿Tendremos la capacidad de hacerlo?