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Entrevista | Roberto Artavia, 10 años como Presidente del Consejo Directivo de INCAE.

25 de Febrero 2022
Rosalina Piñera, María Elena Noriega, Trinidad Álvarez y Edgar Apanco

Diez años como Presidente del Consejo Directivo de INCAE Business School. Una década de retos ante un contexto político y económico desafiante. Don Roberto Artavia habla en esta entrevista sobre la enorme responsabilidad de guiar una institución educativa con la visión de un líder en un mundo cambiante. Pero también, sobre el compromiso social y ético; las crisis que acompañan a una pandemia mundial, la revolución educativa y el futuro que aspira para los incaístas. De paso, rememora sus tiempos de estudiante, su afición a la lectura y su gusto por el rock. Sí, el rock.  

En esta década, ¿cuáles han sido sus principales retos como Presidente del Consejo Directivo de INCAE?

Roberto Artavia: A nivel del Consejo Directivo, los retos de INCAE tienen que ver con tres temas. El primero es la gobernanza institucional, la sucesión en el Consejo, la Rectoría y las Decanaturas. INCAE debe asegurarse que cuenta con la mejor gente en puestos clave. 

Además de eso, Centroamérica es una región que nos reta al máximo desde el punto de vista contextual: hemos pasado huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, la pandemia, conatos de conflictos fronterizos… e INCAE tiene que ser un factor en ese contexto. Debemos estar pendientes de este contexto; participando e interactuando con los gobiernos de la región. En dos años de pandemia, a nivel Rectoría y Consejo Directivo, hemos tenido más de 70 presentaciones sobre los riesgos, el nuevo contexto, la nueva realidad,  y las crisis económica, social y de empleo derivadas de la pandemia. 

Y lo tercero, es asegurar los recursos, tanto financieros como tecnológicos, de infraestructura, y sobre todo, capital humano de excelencia, para cumplir con nuestra misión de formar los líderes de la región.

En un contexto de cambios políticos y sociales, de crisis mundial del clima, de incertidumbre económica, ¿cómo inspirar a los incaístas?, ¿Cómo ejercer el papel de líder? 

No cabe duda de que estamos viviendo una coyuntura mundial. La crisis global del clima es una realidad, y cuatro de nuestros países -Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador- están entre los 10 más vulnerables al cambio climático. Somos una región completamente expuesta. 

En segundo lugar, la Cuarta Revolución Industrial aceleró el cambio y nos está obligando a formar de una manera diferente a la población. Esto exige cambios profundos en una región que es muy lenta en modificar sus sistemas de Educación Pública. 

En tercer lugar tenemos la pandemia, que vino a trastornarlo todo. Aceleró la transformación del mundo e introdujo tecnologías y capacidades, como pasar a una vacunación total en menos de dos años. 
Finalmente, la enorme hiperconectividad y globalización de hoy, donde cualquier empresario está expuesto a la competencia global, tanto de grandes organizaciones como de unicornios que lo están cambiando todo. Frente a esas tendencias, necesitamos líderes con fortalezas blandas y duras, pero sobre todo con una enorme vocación de cambio. 

¿Qué papel estamos llamados a jugar? Lo tengo clarísimo: el convenio con Eméritus, líder global en plataformas de enseñanza digital, por ejemplo, nos ha permitido acelerar la introducción de nuevos programas en transformación digital, mercadeo digital, analítica de datos a nivel de maestría y en forma virtual o híbrida… Estamos respondiendo a retos no solo para que INCAE mantenga su relevancia en la región y el momento, sino para ser un ejemplo de desempeño hacia otras entidades académicas y no académicas de la región. 

En una entrevista para El Economista, en 2020, le preguntaron: “¿Cómo encontró la pandemia de COVID-19 a la región?” Su respuesta fue “vulnerable”. A casi dos años del inicio de la pandemia, ¿la respuesta sigue siendo la misma?

Por supuesto que sí. Nuestra vulnerabilidad hacia los factores de la naturaleza y del clima es total, y a ello se suma una población poco educada, mayormente pobre en escala regional. Tenemos, además, debilidades estructurales e institucionales. Dar respuesta a esas necesidades exige capacidad de inversión, tecnológica y educativa, e instituciones fuertes. En esas dimensiones somos vulnerables, y siendo francos, los gobiernos de la región no viven su mejor momento. 

Para mí, el reto y la vulnerabilidad es grande y ahí es donde el Instituto ha hecho enormes diferencias lo largo de su historia. Nos tocó vivir el terremoto de Managua; la guerra civil, primero en Nicaragua, luego en El Salvador y parcialmente en Guatemala. Terremotos en prácticamente todos los países en diferentes momentos; la destrucción causada por el huracán Mitch… y en cada evento el Instituto tuvo la fuerza para reinventarse y para hacer contribuciones valiosas, interactuando desde CLACDS (Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible), con gobiernos y con sectores privados, así como desplegando esa enorme fuerza que representan nuestros graduados.

Para enfrentar todas estas situaciones tan complejas en Centroamérica, ¿qué características debe tener un líder?

Para mí, sin duda, la primera característica es su compromiso con la región: seguir dando la lucha, pese a las adversidades y dificultades. 

La segunda es la adaptabilidad, pues debemos adaptarnos no solo a los cambios del clima o de la tecnología, sino a la inmensa volatilidad de nuestro contexto económico, político, social y natural. Eso es para mí absolutamente esencial. 

Hay un dicho que dice: “Se jala más con un hilo de seda que lo que se empuja con un látigo”. Y es eso, uno tiene que ir por delante dando el ejemplo y mostrando ese compromiso, esa capacidad de adaptarse, porque el liderazgo no es tener bonitas ideas y predicarlas, sino vivirlas y compartirlas con los demás. 

Usted participó en la fundación de CLACDS  y ha mostrado mucho interés en impulsar a INCAE a la arena global, ¿Cómo ha sido esta experiencia? 

El gran precursor de eso fue Brizio Biondi-Morra, rector de INCAE de 1991 a 1999. Él, en sí, es una especie de Organización de Naciones Unidas en una persona; es un italiano nacido en Suiza, educado en Francia y en Irlanda y con ciudadanía americana. Vivió en naciones árabes por un tiempo y tiene una experiencia riquísima. Cuando fue Rector trajo esta visión de que INCAE podía ser un jugador de alcance mundial. 

Cuando fue mi turno de ser Rector, esa fue mi bandera: la apertura y la internacionalización de la Facultad, del estudiantado, de los programas y de la relevancia de nuestras acciones. 

A finales de los 90 tuvimos la presencia de figuras de talla mundial como Stephan Schmidheiny, copresidente de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro y  fundador del Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible; así como académicos de talla mundial como Michael E. Porter y Jeffrey Sachs. Ellos nos abrieron el apetito de estar allí, de ser relevantes en otra escala. Francamente, diría que me pusieron una ola y una tabla de surfear y lo que hice fue tomar la ola y surfearla al máximo de mis capacidades.

¿Qué aprendizajes ha tenido al presidir consejos directivos y ser miembro de diferentes juntas directivas a la vez? 

Es un aprendizaje en ambas direcciones. Aprendo muchísimo de mis colegas en las consultorías y directivas externas y traigo ese conocimiento al Instituto… y con un Consejo Directivo tan robusto como el de INCAE, siempre a la vanguardia del pensamiento estratégico del análisis contextual y la relevancia temática, tengo una mina de oro para llevar conocimiento a las directivas a las que pertenezco. 

Esa doble vía funciona maravillosamente. 

Lo interesante, creo yo, son los cambios que estamos haciendo de manera interna. Por ejemplo, el Consejo Directivo de INCAE, hasta donde conozco, es la única junta directiva en esta región que tiene un Comité de Igualdad de Género. 

Es un aprendizaje gigante el que estoy teniendo en INCAE, y espero que se siga reflejando en otras juntas directivas. Busco que INCAE no solo sea ejemplo de grandes hipótesis y teorías, sino también de las mejores prácticas, con una importante incidencia en los países de la región y como un ejemplo vivo de lo que debe ser la gobernanza de las organizaciones. 

¿Qué lugar ocupan los valores éticos y los institucionales en el liderazgo de INCAE? 

Un lugar altísimo. En primer lugar, y esto es mérito del ex rector Arturo Condo, establecimos un Credo de Ética para que todos nuestros estudiantes tuvieran la oportunidad -no la obligación-, de firmarlo al momento de su graduación. Desde que se instauró, creo que todos han firmado su compromiso de comportamiento ético. 

Para mí la ética tiene tres dimensiones.

La primera es el compromiso total con la excelencia. La primera dimensión de la ética es aprovechar al máximos los recursos que se nos confían.

La segunda tiene que ver con el comportamiento y la transparencia. En una región donde la ética siempre  encuentra una excusa para acomodarse en la zona gris, es vital el ejemplo en nuestras políticas de comportamiento. 

La tercera dimensión es justo con la que empecé: convertir esto en una práctica real para los estudiantes. Tengo claro que nuestro juramento no está escrito en sangre, ni en piedra, pero sí es un primer impulso fuerte en esa dirección para quienes se forman en INCAE. 

Roberto Artavia ha sido estudiante, miembro de la Facultad, rector y ahora presidente del Consejo Directivo de INCAE por 10 años. ¿Nos podría compartir algunas lecciones académicas y profesionales que han surgido en estos años?

¡Voy a tener que escribir otro librito! Me explico: cuando salí de Rectoría escribí un librito de mis 25 años en la Facultad, llamado 25 lecciones que aprendí en INCAE. El primer capítulo se refería a cómo aprender a apreciar a las distintas nacionalidades que se junta en INCAE a profundidad. 

Como latinoamericanos tendemos a trabajar a partir de estereotipos de las otras nacionalidades, pero cuando uno empieza a trabajar en conjunto,  es evidente la enorme capacidad, compromiso y dedicación que tenemos todos los ciudadanos de las diversas naciones de la región. 

También he tenido aprendizajes dramáticos. Recuerdo que me tocó ser, literalmente, el primer extranjero en aterrizar en Honduras durante el huracán Mitch. Vi cientos de cadáveres en la desembocadura del río Choluteca mientras volábamos en helicóptero a una isla donde la comunidad había desaparecido. Lo que me dejaron esa y otras experiencias terribles es que con un poquito de vocación y dedicación, trabajando a través de redes humanas, siempre es posible hacer un aporte positivo. Y el Instituto es una escuela de eso, de encontrar esos espacios para contribuir al desarrollo sostenible. 

Francamente, estar en esta posición es un privilegio, y no me refiero a la Presidencia del Consejo, sino a toda esta vida en INCAE me ha permitido exponerme a la fortaleza y la bondad de todas las nacionalidades y comunidades de esta riquísima región. 

¿Cómo vislumbra el futuro de INCAE en 10 años? 

Diferente. Me gusta usar el ejemplo de una institución, Station 1, que no es ni siquiera una universidad. Fue creada por Christine Ortiz, ex decana del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Básicamente Station 1 es un lugar donde uno se matricula y asiste a todo ese mundo universitario disponible en Massachussetts, a los mejores laboratorios de investigación y demás. Aquí no se busca sacar un título de ingeniería, un doctorado o pos doctorado, sino ganar conocimientos, capacidades y destrezas necesarias para alcanzar el máximo potencial y alcanzar lo que se aspira en la vida. 

Yo me imagino que INCAE hará algo así. Seguramente tendremos un MBA, porque siempre existirá esa necesidad de la estrategia, de la implementación y de la gestión financiera y demás. Pero también tendremos la capacidad de potenciar a cada persona para que alcance su máximo desempeño y se prepare para alcanzar sus sueños. Y hacia eso vamos, con programas más cortos, más diversos, presenciales o virtuales; en el futuro con realidad aumentada, y hasta con cierto grado de robótica, porque el Instituto va a seguir creciendo, adaptándose a las nuevas condiciones, pero sin cambiar su misión .

La misión en INCAE seguramente se adaptará a los nuevos tiempos, pero seguirá siendo en esencia la misma con nuevos instrumentos, capacidades y perfiles de Facultad. 

¿Se imaginó alguna vez toda una vida ligada a INCAE? 

Vamos por partes, pues la historia es un poquito “triste”. Regresé a Costa Rica en 1980. En aquel momento había una alta tasa de desempleo por la recesión global, y cuando fui a inscribir mi título en el Colegio de Ingenieros y Arquitectos, me pusieron tantas trabas que dije: “Bueno, ya que no me van a dejar ser ingeniero naval, voy a ir a sacar una maestría en administración”. 

Entonces apliqué a INCAE, y cuando me gradué, busqué un trabajo interesante y bien pagado en el sector privado costarricense. Trabajé seis meses con uno de los grandes empresarios de la historia de este país, Don Enrique Uribe Pagés. Pero entonces llegó la corrección macroeconómica y mi salario en colones se convirtió en un sexto de lo que era antes en dólares. INCAE empezó a buscar un investigador pagado en dólares. Yo estaba comprometido para casarme, y apliqué solo para ganar en dólares. Lo que no sabía es que me iba a enamorar de la Institución y que le iba a dedicar el resto de mi vida. 

Llegué aquí por casualidad… bueno, eso pasa. El progresar en la vida no se trata de hacerlo todo bien, sino de aprovechar las oportunidades, y una vez que se las dan a uno, hacer lo más que pueda con ellas.

Para mí, INCAE ha sido un descubrimiento, una transformación de mi vida y de mis valores, de cómo entender mi misión en el mundo, y lo he disfrutado por 40 años.

En su tiempo libre, ¿qué películas ve? ¿Qué música le gusta?

Tengo una colección de música clásica que me regalaron hace años, pero si usted va a mi iPad y lo abre encontrará rock, que ha estado presente desde que era joven, en los años 60. De hecho, el grupo que más veces he visto en concierto en mi vida es Metallica, más de una docena de conciertos en total (creo que 14). Me fascina la fuerza y la profundidad de su música; tienen conciertos memorables como ese con la Orquesta Sinfónica de San Francisco, llama S&M: Symphony and Metal. 

La última película que vi es una iraní, La vida de los demás, de Mohammad Rasoulof [disponible en Apple TV]. Confieso que me encanta el cine y procuro ver dos o tres películas por semana. Otra pasión es que me encanta es el fútbol, veo fútbol nacional, regional, europeo… cuando el tiempo me alcanza.

¿Y el último libro que leyó?  

Se llama ColaborAcción, y es sobre cómo articular el capital social para hacer la diferencia e incidir en cambios necesarios hacia la sostenibilidad. Lo estoy leyendo por segunda vez porque lo estamos usando como instrumento en el Pacto del Bicentenario en Panamá. Explica una metodología que desarrollamos para colaborar hacia una visión compartida de algún problema.

Estoy inscrito en Blinkist, una plataforma de libros que se leen en 20 minutos, y trato de leer uno al día. Ahora estoy enfocado en innovación; me levanto muy temprano y, para no despertar a la familia, leo en mi iPad.
 

Para despedirnos, ¿cuál es su rincón favorito en INCAE? 

Hay dos donde se desarrolló mi vida en una forma especial. El primero es la cancha de fútbol, donde podía reunirme con los estudiantes y con los empleados administrativos. Me encanta que allí surge la camaradería, la conversación fluida, sin jerarquías.  

El otro es el comedor de la Facultad. A mediodía nos sentábamos en diferentes grupos -siempre uno diferente- y podíamos tener conversaciones de todo, desde la tecnología del futuro hasta los retos institucionales, en una conversación de pares. 

Pero mi lugar favorito no es un sitio, sino caminar el los pasillos e interactuar con estudiantes, profesores y colaboradores; tratar de entender lo que pasa cada día y escuchar de ellos cómo mejorarlo.