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15 de mayo, Día Internacional de la Familia: ¿Cómo vive una familia en INCAE?

06 de Mayo 2022
Comunicación Institucional

Una semana antes de llegar a INCAE, Juan Pablo Gutiérrez (31 años, Costa Rica) y Gloriana Chacón (32 años, Costa Rica) le dieron la bienvenida a Matías, su primer hijo. La llegada del nuevo integrante pospuso por unos días el arribo de la pareja al campus Walter Kissling Gam, donde Juan Pablo comenzó un internado para estudiar el Global MBA de INCAE. 

Su llegada tardía dificultó las cosas para que la pareja pudiera convivir con los estudiantes y familias que ingresaron desde el primer día. Afortunadamente, el carisma y el encanto del recién nacido Matías se volvieron el vínculo para que ambos conocieran al resto de los integrantes. Una familia que se volvió parte de INCAE y que ahora es la más querida dentro del campus. 

“Matías nació una semana antes de que viniéramos al campus”, recuerda Juan Pablo junto a su esposa e hijo. “Fue una experiencia complicada, una locura. Primero porque había que acostumbrarse a él, nuestro primer hijo, y a eso sumarle la experiencia que es INCAE, una mudanza hacia acá y luego, un montón de gente nueva, metodología nueva. Había pasado mucho tiempo en que no había estado en clases tanto como ahora. Entonces, fue balancear esas dos experiencias y adecuarlas. Ese fue el reto”.

La pareja se mudó del distrito de San Pedro en la provincia de San José en Costa Rica al campus de Walter Kissling Gam de INCAE. Gloriana cuenta que la experiencia fue difícil sobre todo porque había que hallar una nueva forma de convivir con la familia, ahora a la distancia. 

“Durante todo el embarazo estábamos acostumbradísimos a estar a la par de la familia, contar con todo su apoyo. Queríamos conocer al niño, y a la semana ¡tras! nos lo llevamos. Mi mamá se vino unos 15 días para estar con nosotros y ayudarme porque era acomodar toda la casa, las cosas del niño, de nosotros. Significó mucho trabajo y una vida total y completamente nueva que no tenía la menor idea de que iba a ser así”, cuenta. 

“Fue y ha sido muy difícil. Sobre todo por la pandemia y todas las condiciones que hemos tenido. El no estar cerca de la familia, no contar con su apoyo al 100 y saber que los tengo a 10 o 15 minutos de distancia”. 

INCAE: ¿Cómo fue la primera vez que llegaron y se encontraron con la experiencia multicultural de INCAE? ¿Cómo fue ese primer acercamiento y el descubrimiento de otras experiencias de vida?

JUAN PABLO: Yo soy un poco tímido, introvertido. La primera semana que llegamos estuvimos en cuarentena. Éramos nosotros tres y mi suegra. No tuve tanto contacto con el resto de las personas que están en casas compartidas, que ya se habían conocido y convivido una semana. Cuando llegué, me fue difícil acercarme. 

GLORIANA: Fue complicado socializar con ellos y entenderse de la misma manera que habían estado los solteros en su grupo y sus casitas, que ya tenían una semana de conocerse, de convivir. Y esa convivencia de 24 horas fue mucho avance. 

I: ¿Cómo fue esa primera semana en la que llegaron? Aunque el auge de la pandemia ya había pasado, todavía estábamos envueltos en esta burbuja

JP: Yo no estuve con el resto de los estudiantes en la primera cuarentena, así que no me integré bien. Pero aquí al final uno se fuerza o le toca a uno involucrarse a la fuerza, conocer a las personas. Más bien, creo que las perspectivas cambian mucho, la influencia y la forma de ver las cosas de las otras personas, otros países y culturas te ayuda un montón a crecer. Entonces al final, involucrarse fue un reto para mí, porque como dije soy algo introvertido, pero poco a poco ya lo fui logrando. Pero sí, fue una experiencia bastante interesante y buena. 

I: ¿Cuál fue esa chispa que los hizo conectar y volverse parte de una gran familia multicultural? 

G: Aquí la tenés –dice Gloriana entre risas, señalando al pequeño e inquieto Matías que reposa y juguetea en sus brazos–. Matías influyó mucho porque todo el mundo tiene algo que ver con él, ¡es el bebé del campus! Entonces, puede que no conozcan nuestros nombres, pero todo mundo  sabe de él. 

JP: A Matías todo el mundo lo conoce.

I: ¿De qué manera los conectó Matías con el resto de los estudiantes?

G: Somos los papás del año –dice Gloriana con una risa culpable–. Perdón, pero es que nosotros lo llevábamos incluso a las fiestas. A veces nos sentíamos cansados de estar metidos todo el día en la casa, lo sacaba un ratito y todo, pero cuando llegamos era invierno, llovía mucho y no podíamos salir tanto. 

Entonces llegaban los fines de semana y decíamos: ‘Bueno, hay fiesta, vamos un ratito’. Y Matías iba con nosotros. Entonces me lo llevaba en un cangurito y él bailaba, gozaba, andaba de brazo en brazo con todo el mundo. Incluso se dormía y la fiesta seguía. Así es que todo el mundo lo conocía como el bebé de las fiestas. Ya no es así, pero al principio así  fue –explica la pareja esbozando una sonrisa–.

I: La experiencia de INCAE no queda solo en ustedes dos. ¿Cómo piensan que pueda influir en el crecimiento y desarrollo a futuro de Matías?

JP: Qué difícil, porque no conozco un caso así. Pero el solo hecho de estar escuchando distintos acentos, un montón de palabras, un léxico enorme que no solo es el tico, sino el peruano, el guatemalteco, el de Panamá, Nicaragua, etcétera, creo que le podría ayudar a expandir su conocimiento, su interés por otras culturas, por esa exposición a experiencias diferentes. 

G: Además, se genera una conexión con todas las personas. Ya uno dice: ‘Vamos a Perú, vamos a visitarlos y hacemos esto’. Es bonito porque eventualmente uno sabe que puede viajar, que lo invitan a sus países. Así que también esperemos que siga la amistad con ciertas personas.

I: De manera individual, ¿cómo les ha influido INCAE o cómo ha cambiado sus vidas? Seguro su menú es más amplio…

JP: Sí, bastante –dicen ambos con una sonrisa–. 

G: Puedo decir que ha sido delicioso, muy rico. Las comidas han sido lo más impactante. Y el vocabulario también. Algunas palabras incluso se adoptan. Juan Pablo a veces se queda con varias palabras en su vocabulario diario. El acento ha cambiado. Tanto que a veces le digo: ‘Estás hablando extranjero’ –ríen–. 

I: Seguro que también hubo miedo, no solo de la convivencia sino porque estábamos en pandemia, ¿cómo fue que lo vivieron y lo superaron?

JP: En temas de Covid creo que me saltó sabiendo que todo mundo debía estar negativo después de salir de la cuarentena, aunque ya era seguro estar relacionado con las otras personas. 

Pero con Matías sí nos esperamos un tiempo porque no solo hay Covid; una gripe de otro país puede ser diferente a la de acá y quizá él no tenga esas defensas. Pero fue más tranquilo a las dos o tres semanas, ya estando más seguros de que la gente no tenía nada que le pudiera afectar. 

I: De manera profesional, ¿qué has logrado especializar durante estos ocho meses de estancia en INCAE? ¿Cómo ha cambiado tu perfil? 

JP: Ahora veo las cosas de manera distinta. Hace unos días tomé un curso de contabilidad gerencial donde nos enseñaron a colocar los costos, ver cómo los estamos utilizando, etcétera. Y le dije a Gloriana que empecé a ver en los establecimientos que visitaba, como Subway, de qué manera utilizan el gasto, cómo lo miden. Ya uno va viendo las cosas con más perspectiva. 

Eso me hizo cuestionar lo que había a mi alrededor. Mi familia tiene una ferretería y me preguntaba si ellos lo utilizaban para su negocio. Si tenían un mínimo de inventario para ciertos productos, si tenían punto de reorden, por ejemplo. A uno ya le ayuda a ver las cosas desde un criterio más amplio.Yo había estudiado finanzas y uno está súper cerrado a eso, pero me ha variado la perspectiva, y ahora veo la cosas desde un punto más panorámico.

I: En síntesis, ¿cómo dirías que ha sido la experiencia de INCAE durante los ocho meses que has estado ahí? 

JP: Como experiencia de vida ha sido bastante interesante. Nunca había vivido donde estudio. En Costa Rica, como somos tan pequeños, yo vivía a 15 minutos caminando a la universidad, a cinco minutos en bus, cuando tenía 18 años. Así que esta experiencia es bastante interesante. 

El hecho que hayamos estado encerrados durante tanto tiempo  potenció la experiencia. Ya no teníamos que salir cada fin de semana del campus como hacían los ticos antes cuando no había pandemia, perdiéndose toda la interacción interna. Entonces, la experiencia se enriqueció más estando aquí encerrados. 

Realmente, esta experiencia me ha enseñado un montón de cosas, a no tener prejuicios, por ejemplo. Antes decía que nunca iría a Guatemala o a Perú, a Latinoamérica en general, porque pensaba que eran igual a Costa Rica. Y ahora el otro año espero ir tan pronto se pueda. Me di cuenta de que no, de que hay mucha riqueza en todas partes y esos prejuicios se me quitaron. Sólo ahí gané un montón.