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Aspiremos a un país competitivo y más equitativo

04 de Febrero 2015
mauren.esquivel@incae.edu (Mauren Esquivel)
En octubre anterior, se publicó el vigésimo Informe Estado de la Nación, un valioso esfuerzo anual por identificar áreas problemáticas y de urgente mejora para el país (obviamente, muchas). Entre los temas de la reciente publicación, por sus implicaciones, destacan la identificación de Costa Rica como un país caro y la creciente inequidad en nuestra sociedad.
 
Que Costa Rica sea un país costoso, no nos sorprende, aunque a algunas de nuestras autoridades aparentemente sí, quizás porque son de los que todavía logran conseguir casados a ¢500 en alguna parte. Basta con ir a un restaurante, a un supermercado o a una tienda de ropa o de electrodomésticos para darse cuenta de que los precios de lo que allí se ofrece son absolutamente desproporcionados en muchos casos.
 
Oneroso. El informe encuentra que el nivel de precios en Costa Rica en relación con el producto interno bruto per cápita (medido de acuerdo con la paridad del poder adquisitivo) es un 20% más alto que en el país latinoamericano promedio. El estudio también reporta que los alimentos (incluido el arroz, imagino) son un 22%, los medicamentos un 17%, los servicios médicos un 53% y la educación privada un 31% más onerosos en Costa Rica que en otros países de la región. Todo esto en relación con el producto nacional.
 
En otras palabras, en relación con nuestro ingreso, los costarricenses pagamos por bienes y servicios montos significativamente más elevados que en otras naciones. Esto es problemático, cuando menos por dos razones: en primer lugar, el hecho de que el país sea relativamente caro le resta competitividad internacional a nuestra economía y afecta negativamente nuestras exportaciones, incluyendo el turismo. En segundo término, que el país sea caro, en términos relativos, tiene un efecto regresivo, pues son los hogares de menor ingreso los más perjudicados al verse imposibilitados a adquirir los bienes y servicios que en algún momento necesitarán.
 
Ineficiencias. Por qué Costa Rica es un país caro, en términos relativos, amerita un examen y una explicación detallada. El mismo Informe Estado de la Nación menciona que un próximo estudio tendrá como objetivo indagar “los factores que podrían estar influyendo en los resultados observados”. Es difícil pensar, sin embargo, que entre las principales razones no encuentren varias –en algunos casos evidentes– ineficiencias en nuestro sistema productivo. Entre ellas, abundancia de monopolios u oligopolios públicos y privados en demasiadas industrias, por ejemplo, en energía, combustibles, transporte, productos agrícolas y alimenticios, y en la importación y distribución mayorista y minorista de no pocos bienes producidos en el exterior; la poca productividad de nuestra fuerza laboral, caracterizada por un significativo peso relativo del empleo público frecuentemente inflexible, ineficiente y con abusivas prebendas en abundantes casos que han sido objeto de reciente ventilación pública; así como el alto costo logístico de operar en un país donde la infraestructura de transporte evidencia décadas de rezago. Esas ineficiencias merecen la atención de nuestras máximas autoridades y de acciones decisivas para reducir la enorme carga que representan para la sociedad costarricense, especialmente para el sector más pobre.
 
Pobreza estancada. La creciente desigualdad en la distribución del ingreso también merece nuestra atención y la de nuestras autoridades. De acuerdo con el informe, la repartición del ingreso nacional es la más desigual en décadas. El coeficiente Gini (indicador de cuán concentrado es el ingreso de los habitantes de un país) resulta ser el más alto registrado (0,524) y el ingreso del quintil más pudiente de la población tica supera más de 13 veces el del quintil menos acomodado (la relación más alta en los últimos 25 años). En adición, la pobreza se mantiene estancada en alrededor del 20%: uno de cada cinco costarricenses es pobre y uno de cada quince vive en pobreza extrema. Esto a pesar de que la inversión pública para reducirla se ha incrementado en los últimos años. Los problemas sociales –inseguridad ciudadana entre ellos– asociados a una distribución del ingreso cada vez más desigual y con un nivel de pobreza que no disminuye, son fáciles de enumerar. Adicionalmente, algunos renombrados economistas, como el premio nobel de economía Joseph Stiglitz, han argumentado por algún tiempo de la existencia de una significativa correlación negativa entre crecimiento económico y desigualdad del ingreso.
 
Justa distribución. Así las cosas, no solo es moralmente importante lograr una distribución más equitativa y justa del ingreso, sino que está, incluso, en el mejor interés de un país propuesto a lograr mayor crecimiento económico.
 
Profundizar en la explicación del origen de estas dos dimensiones del quehacer nacional y de posibles remedios, como bien hace el Informe Estado de la Nación en reconocer, debería ser una prioridad nacional. Todos aspiramos a que Costa Rica sea un país competitivo internacionalmente y cada vez más equitativo.

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