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En búsqueda de la felicidad

25 de Junio 2015
Executive Education INCAE

Estamos viviendo una época que deberíamos agradecer y disfrutar: somos las primeras generaciones que no han vivido guerras mundiales o grandes movimientos revolucionarios. Así mismo, en las últimas décadas, los acelerados avances tecnológicos han aportado apoyos para mejorar en la medicina, los transportes, las telecomunicaciones, etc. Por ejemplo, hace apenas un siglo empezaban las producciones en serie de los carros motorizados, y hoy en día estamos ya planificando viajes turísticos al espacio.

Sin embargo, estamos viviendo la paradoja de la infelicidad: aunque tenemos más cosas materiales, espiritualmente nos sentimos más solos, menos comprendidos, tenemos más bajas o enfermedades causadas por estrés, por sobrecarga laboral, o por tensiones personales y familiares que no sabemos resolver.

Entonces ¿qué es lo que genera la felicidad? Muchos expertos –como Mihaly Czikszentmihalyi, o Dan Gilbert- están investigando las fórmulas, e incluso algunos países, como Bután, las están experimentando.

Un dato seguro, por ahora, mencionado en una excelente charla Ted, por Shawn Achor, indica que la hipótesis sobre la cual la mayoría de las personas estamos construyendo nuestras vidas –trabajar más duro para tener éxito y por ende, ser más feliz- es falsa. Este hecho está apoyado por múltiples estudios realizados en el resto del mundo que comparan el crecimiento de la curva de la felicidad, y que demuestran que, una vez las personas cubren sus necesidades económicas, tener mayores ingresos no les genera mayor tasa de felicidad.

En Japón, por ejemplo, esto es evidente: después de la Segunda Guerra Mundial, todo el país se sumergió en un trabajo extraordinario de reconstrucción y lograron crear en un tiempo record uno de los países más desarrollados del mundo. Sin embargo, las personas no solamente no son más felices, sino que muchos japoneses trabajan hasta tal nivel que mueren por agotamiento. Hasta tienen una palabra para ello: “karoshi”. Por otro lado, lejos del ajetreo citadino del país, en Ogimi una pequeña población situada en la isla japonesa de Okinawa, viven las personas con las mayores tasas de longevidad del mundo. Los estudios y documentales realizados en el sitio encontraron personas con una vida física activa, que comen sano y viven en comunidad, rodeados de otras personas.

¿Cómo se puede revertir esta situación en los otros países del mundo? ¿Qué se puede aprender de los estudios realizados y de las poblaciones que han logrado ser más felices? Algunas de las recomendaciones de los expertos son las siguientes:

  • Cambiar nuestro sistema de valores y la fórmula de la felicidad: “Soy feliz porque puedo trabajar más y tener más éxito”. La felicidad de esta manera no es un fin, sino un fundamento sobre lo que construyo todo lo demás.
  •  Cambiar nuestro sistema de referencia, del enfoque centralizado en el yo interior a las personas y el mundo que nos rodea.
  • Practica la gratitud y la generosidad. Todos los estudios demuestran que las personas que dan son más felices que las que reciben. Ofrecer unos minutos de atención activa a nuestra familia cada día les hará a todos más felices que todos los regalos que puedan darles para Navidad.
  • Tomar mayor consecuencia de la transitoriedad de la vida. Los momentos que tenemos para compartir con los demás son finitos, un número de veces que se acaba. Cuando tomamos conciencia de ello, cada momento de la vida se disfruta y agradece con mayor intensidad.

Y por último, cómo decía Abraham Lincoln, “Ser feliz es una decisión”. Está en nuestro poder y es nuestra responsabilidad desarrollar la capacidad de moldear nuestra forma de pensar para orientarla hacia la felicidad.

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