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¿Por qué la mejor comunicación se parece a una torre Eiffel?

22 de Junio 2017
Executive Education INCAE
 
 

El monumento más visitado del mundo, más icónico, multiuso y vigente fue en su momento criticado por simplón y grosero. No entendían, en 1889, dónde estaba la gracia de aquella torre de 300 metros que el arquitecto Stefen Sauvestre había diseñado en tiempos en que todavía dominaban los estilos más sofisticados, voluminosos y complejos.

Con el tiempo, la Torre Eiffel fue convenciendo o superando las críticas. Su estructura básica de hierro visible, más parecida a un puente moderno que a un monumento meritorio para París, acabó convertida en un símbolo parisino reconocible en cada rincón del planeta, un sello de la capital francesa y un ejemplo perfecto de que casi siempre “menos es más” cuando hablamos de comunicación.

La famosa torre francesa resultó ser una idea comprensible, memorable y emocional, una síntesis de la esencia francesa que cumple con los tres elementos de una idea al momento de comunicarla. Lo señala Patricia Cauqui, directora del Programa de Comunicación de Alto Impacto, cuando repasa la clave de la comunicación más efectiva posible.

“Menos es más”, insiste la profesora de INCAE y la escuela de negocios ESADE, en España. La única excepción que se permite alude a la pasión, con la cual siempre “más es más”, como excepción que confirma la regla de la necesidad de economía de ideas, tiempo y palabras cuando tenemos por delante el desafío de presentar un proyecto o plan de negocios, dictar una conferencia o exponer una clase magistral.

“La esencia pura de la comunicación es inspirar”, advierte la profesora Cauqui antes de caer en el consejo más directo: “una buena comunicación tiene menos ideas, menos palabras, menos tiempo, menos protagonismo y menos tecnicismos”.

Esto parece fácil de decir, pero llevarlo a la práctica requiere de mucho más trabajo, sobre todo cuando hemos pasado muchos meses a cargo de un tema y debemos exponerlo a un consejo directivo o a un posible socio de inversión. Solemos enamorarnos de nuestro proyecto y nos cuesta renunciar a los detalles al momento de comunicarlo.

Los conceptos más exitosos en nuestros tiempos sirven a la profesora y a su colega Julián Reyes, consultor en comunicación estratégica y reconocido presentador de noticias en Televisión Española (TVE). Y no todo es necesariamente de negocio o comercial. El “I have a dream” de Martin Luther King y el “Yes, we can”, de Barack Obama son dos muestras de síntesis eficaces, con pocas palabras y un gran efecto emotivo. Lo fue también las “mil canciones en mi bolsillo” de Steve Jobs cuando presentó el Ipod “increíblemente pequeño”.

“Lo mejor es compartir la idea esencial, a pesar de la mucha información o conocimientos que poseamos sobre el tema”, recomienda Julián Reyes. Así nos podemos asegurar de que el mensaje llegue a todo nuestro público de manera eficaz, sin correr riesgo de perder alcance por pretender cargar de más el mensaje.

Otra forma de fracasar es recurrir a los tecnicismos. Eso que, pensamos, puede quedar bien para impresionar, es en la realidad un obstáculo. Al pensar el mensaje debemos destilarlo para que la información dé paso al conocimiento y este, a su vez, a la esencia de manera emotiva. En este proceso no caben los tecnicismos.

Así podremos asimilarlo internamente y ser muy claro para comunicar y, por tanto, inspirar. “No entiendes algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”, es una de las frases que se atribuyen a Albert Einstein. Más allá de si la dijo o no el científico, su valor está en reafirmar la importancia del lenguaje sencillo y directo.

Pero cuidado por lo que entendemos como “lenguaje”. No son solo las palabras. Ya se sabe que todo comunica. El peinado, la vestimenta, la forma de mover las manos, la sudoración y, desde luego, las herramientas que escojamos para acompañar nuestro mensaje, como una presentación en computadora, una maqueta o un prototipo.

Siempre hay que recordar, señala Cauqui, que nuestro público tiene un tiempo limitado y hay cada vez más factores que compiten con nuestro mensaje.

Nuestra torre Eiffel no está sola en el mundo. Ocho segundos bastan para que una persona pierda la atención y 20 minutos es, en promedio, el tiempo que soportamos un mensaje estrictamente verbal, por lo que conviene siempre pensar en la interactividad y en imprimir cambios de ritmo que nos permitan continuar, en caso de ser necesario.


Comunicación de Alto Impaco

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Próxima edición: Del 19 al 21 de marzo, 2018
Lugar: Campus Walter Kissling Gam
País: Costa Rica

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