Empresas familiares, bastiones en tiempos frágiles
Las empresas juegan un rol clave en las economías latinoamericanas en estos tiempos nerviosos. Sin estar exentas del riesgo que siempre conlleva hacer negocios y sin aislarse de un entorno cambiante e interconectado, son bazas de confianza y de credibilidad en momentos en que estos dos valores se cotizan a la baja.
Más allá de su volumen (aportan el 80% de la actividad económica en América Latina), los negocios familiares son un símbolo de proyección de valores y de estabilidad, además de representar las ventajas del arraigo con un país (provincia/comunidad) y de la conexión social. Suelen ser las empresas más “aterrizadas”, aunque las perspectivas de futuro tomen altura por encima de una generación y otra.
La excepcionalidad de estos negocios familiares, sin embargo, genera también puntos de cuidado. Más allá del mito de una empresa familiar como un negocito pequeño, conflictivo y nepotista, hay ciertas áreas que conviene atender con grandes dosis de comunicación entre el grupo familiar, los accionistas y el cuerpo de gerencia.
Así lo indica Daniel van Der Vliet, profesor del Cornell SC Johnson College of Business. Este experto en estrategias de negocios familiares y líder en John and Dyan Smith Executive Director Family Business en Cornell University, será uno de los encargados del programa Family Business que se realizará en conjunto con INCAE en Miami, Florida.
Van der Vliet señala que las empresas familiares son la síntesis de elementos que caracterizan a la familia por un lado y a las empresas, por otro. Es el resultado de fundir la tolerancia, la historia, el conocimiento heredado y el apoyo de las familias con la vocación de riesgo, innovación, curiosidad y libertad de las empresas.
“Esa es la mezcla básica de lo que llamamos empresas familiares, cuando un negocio posee más de 15% de sus acciones en manos de una familia y cuando sus familiares ejercen una influencia estratégica sobre el negocio, además del sueño o la posibilidad de perpetuarse en el tiempo y, por tanto, de transmitir conocimientos”, afirma.
Después de muchas décadas de desconocimiento sobre la naturaleza y las particularidades de las empresas familiares, ahora se sabe que el 85% de ellas desaparecen en sus primeros cinco años, que de las sobrevivientes el 30% logra pasar a una segunda generación y, de estas, el 12%, a una tercera. Los casos muy exitosos de negocios que se perpetúan hasta los bisnietos del fundador son solo el 3%.
A pesar del vínculo emocional que en muchos casos sostiene a este tipo de compañías, pueden morir por desinterés de los herederos, desafíos imprevistos, por el cambio de la industria, mal manejo o problemas de sucesión, además de los conflictos familiares y la presión que pueden generar las normas familiares sobre las actividades del negocio.
Aun así, el 60% del PIB sumado de América Latina lo aportan las empresas familiares, que siguen demostrando la capacidad de tener una buena correspondencia entre valores de familia y de negocio. El 87% tiene clara la sucesión próxima, el 70% consideraría una mujer como CEO, el 90% tiene reuniones periódicas de la asamblea de familia para discutir sobre los retos del negocio y el 76% exaltan públicamente su condición de empresa de base familiar.