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Palabras del Dr. Nitin Nohria en la ceremonia de graduación de INCAE en junio de 2019

13 de Junio 2019
susan.fernandez

Por el Decano de HBS Nitin Nohria

Estoy encantado de visitar INCAE con motivo de la graduación de su 50ª clase de MBA. HBS ha disfrutado de una estrecha relación con INCAE que se remonta a su fundación. Es un gran privilegio estar aquí para celebrar este singular vínculo.

La misión de nuestras dos escuelas es educar líderes. Esta misión es más importante que nunca en un momento en que el mundo se enfrenta a una serie de desafíos. En todo el planeta, las personas luchan contra la creciente desigualdad, el aumento de la división y la creciente amenaza de desafíos sistémicos tales como el cambio climático. Viven con la aterradora inseguridad de que sus trabajos pueden desaparecer y sus comunidades pueden desintegrarse. Estos son problemas que claman por un mejor liderazgo. Requieren líderes que demuestren competencia y carácter.

Estas dos cualidades son importantes para los líderes de cualquier campo pero son especialmente importantes en las profesiones. En medicina y derecho, esperamos que los médicos sean competentes en nuestra atención y que los abogados sean expertos en defender nuestros intereses. Esperamos que sepan cómo aportar los mejores (y más recientes) conocimientos médicos y legales para evaluar nuestro caso y proponer un plan clínico o legal. También esperamos que, como mínimo, no hagan daño. Esperamos que pongan nuestros intereses como sus pacientes y clientes por encima de todos los demás. Esperamos que su diagnóstico y tratamiento no se vean influidos indebidamente por su propio interés o por los intereses del hospital o el bufete de abogados para el que puedan trabajar.

¿Por qué tenemos estas altas expectativas de competencia y carácter respecto a aquellos que están en las profesiones y para los líderes de manera más general?

Tenemos estas expectativas porque estas son personas a las que les otorgamos un enorme poder; les confiamos la toma de decisiones que son profundamente importantes para nuestro propio bienestar y el de la sociedad en general. Preferiríamos confiar en la aptitud de un cirujano cardíaco si tenemos un problema del corazón o en  la de un abogado competente si tenemos un problema legal. De hecho, confiamos más en ellos que incluso en  mismos en estas circunstancias. Queremos diferir las decisiones sobre estos asuntos a alguien que tenga la capacidad de saber y hacer lo mejor para nosotros.

Debido a la asimetría de información inherente a esta relación, también esperamos que los profesionales no abusen del poder que les otorgamos; de ahí la importancia que le damos al carácter. Uno no quiere pasar por el escalpelo de un cirujano que no sabe lo que está haciendo, ni por alguien que esté motivado a simplemente poner una nueva cadera o válvula del corazón simplemente porque se enriquecerá al hacerlo.

Entonces, al graduarse ustedes hoy, pregúntese: ¿Por qué debería la sociedad tener expectativas diferentes de los líderes empresariales? ¿Por qué los líderes empresariales no deben tener los mismos altos estándares de competencia y carácter que aplicamos a nuestros médicos y abogados?

Con esta pregunta en mente, mi colega Rakesh Khurana y yo desarrollamos el juramento de MBA para igualar el juramento hipocrático que los médicos han prestado durante mucho tiempo.

El juramento de MBA nos recuerda que, al igual que confiamos a los médicos nuestro bienestar físico, la sociedad confía a los líderes empresariales su bienestar económico. Todos sabemos lo vulnerables que nos sentimos cuando estamos enfermos y tenemos que visitar al médico. Las personas no pueden sentirse menos vulnerables cuando se trata de sus circunstancias económicas. Si ustedes conocen a alguien que ha perdido un empleo, sabe cuán vulnerables se sienten las personas al cuidar de sí mismas y de sus familias. Esta vulnerabilidad no se limita a los desempleados. La mayoría de las personas del mundo no sabe si tendrán suficiente dinero para atender una emergencia y mucho menos para jubilarse.

Ralph Waldo Emerson, un gran escritor y filósofo estadounidense, escribió un famoso ensayo sobre la autosuficiencia. En él argumentó que la dignidad humana se deriva en parte de saber que uno se puede cuidar a sí mismo. Aunque Emerson no lo menciona explícitamente, siempre he pensado que tal vez la mayor fuente de la dignidad humana es la autosuficiencia económica. Todo ser humano quiere ser capaz de proveer para sí mismo y para su familia. A nadie le gusta depender de los aportes del gobierno o de una organización benéfica. Los líderes empresariales tienen la noble oportunidad de darles a las personas este sentido de autosuficiencia económica, lo que a su vez aumentará su dignidad personal.

Somos responsables ante la sociedad de asegurarnos de que cuando las personas nos compren algo el producto les brinde un alto nivel de beneficio; que cuando vengan a trabajar para nosotros, les demos excelentes trabajos y carreras profesionales; que cuando inviertan en nuestras empresas, les demos un buen rendimiento; que cuando nos acepten en sus comunidades, hagamos todo lo posible por mejorar nuestros vecindarios. Esto requiere actuar con competencia y carácter. Tenemos que cultivar la competencia para hacer que nuestras organizaciones sean lo más eficientes y eficaces posible. Tenemos que hacer el mejor uso de los recursos limitados que la sociedad nos ha confiado. Sin embargo, hay tantos cientos de decisiones que deben tomarse en las organizaciones, en condiciones de información incompleta e incertidumbre, que incluso el líder empresarial más competente va a cometer errores de cuando en cuando. La gente entiende eso y les perdonará la falta ocasional de competencia siempre y cuando ustedes no la conviertan en un hábito.

Pero las personas son mucho menos tolerantes cuando se trata de fallas de carácter. Aunque mayoría de los líderes entiende esto, las fallas de carácter son bastante comunes. ¿Por qué es sucede eso? Porque en su mayoría los líderes se sienten demasiado seguros con respecto a su carácter y no tienen el nivel adecuado de humildad moral.

La confianza en sí mismos es algo que esperamos de los líderes empresariales. Sin embargo, debemos tener cuidado de que la confianza en sí mismos no conduzca a un exceso de confianza. En su mayoría las personas piensan que son más inteligentes que el promedio, que tomarán una mejor decisión que otras. Uno de los beneficios del método de casos es que cultiva la autoconfianza intelectual y la humildad intelectual. Al presentarles a los estudiantes cientos de casos distintos, promovemos su confianza de que no hay ningún problema para el cual no puedan encontrar una solución razonable. Sin embargo, cada discusión de caso también les recuerda a los estudiantes que tomarán mejores decisiones si muestran la humildad intelectual para incorporar las opiniones de los demás, y en ocasiones incluso ceder ante ellas.

Igualmente, es necesario educar a los líderes de negocios para que tengan la confianza moral de hacer lo correcto, pero evitar el exceso de confianza moral de que siempre harán lo correcto. A todos nos han enseñado desde nuestra juventud a no mentir, no engañar o no robar. Sin embargo, podemos ser desviados moralmente más fácilmente de lo que imaginamos.

En nuestras clases en Harvard Business School les enseñamos a los estudiantes sobre los experimentos de Milgram, realizados en la Universidad de Yale en la década de 1960. En un entorno de laboratorio a los participantes, procedentes de todos los sectores de la sociedad, se les asignó el papel de maestros. Se les indicó que administraran niveles crecientes de descargas eléctricas a las personas que desempeñaban el papel de "alumnos" cuando cometieran errores al repetir una secuencia de palabras que el maestro acababa de leerles. Sin que los maestros lo supieran, las descargas eran falsas; los estudiantes en realidad eran empleados del laboratorio y el objetivo real del experimento era examinar hasta qué punto las personas serían obedientes a la autoridad. En el estudio, más del 60% de los que desempeñaron el papel de maestro obedecieron plenamente las instrucciones que se les dieron, aplicando descargas al más alto nivel, marcadas como peligro extremo, a pesar de los repetidos gritos de dolor y peticiones de los alumnos para que se detuvieran.

Cuando enseñamos sobre estos experimentos les preguntamos a nuestros alumnos: ¿Qué habrían hecho ustedes si se les hubiera  asignado el papel de maestro? Les pedimos que envíen su respuesta en forma anónima para que no se sientan expuestos. A pesar de que acaban de enterarse de que más del 60% de las personas como ellas estaban dispuestas a infligir la máxima descarga eléctrica cuando alguien en un puesto de autoridad les decía que lo hicieran, casi el 80% de nuestros estudiantes cree que ellos hubieran estado entre los pocos que hubieran podido resistir.

Como líderes, debemos tener la humildad de reconocer que hay fuerzas circunstanciales que ponen en riesgo nuestro juicio moral. El experimento de Milgram ilustra cómo la obediencia a una figura de autoridad puede influir en nuestros juicios morales, pero este es solo un ejemplo. Las investigaciones han demostrado que operar con presión de tiempo, enfrentar intensas presiones competitivas e incentivos muy poderosos puede aumentar las probabilidades de que nos comportemos de manera poco ética. La brecha entre cómo esperamos comportarnos y cómo nos comportamos en realidad también aumenta cuando nuestras transgresiones morales ocurren de manera creciente, llevándonos pendiente abajo centímetro a centímetro. Si uno manipula los números una vez para que se vean un poco mejor, es más probable que los manipule nuevamente para que se vean mucho mejor.

Para superar el exceso de confianza moral, los líderes deben cultivar la humildad moral. Una forma de inculcar la humildad moral es reflexionar sobre los casos de transgresión moral. Enseñamos un curso obligatorio llamado Liderazgo y Responsabilidad Corporativa que presenta una amplia gama de casos de fallas morales para que los estudiantes tengan una mejor idea de las circunstancias que pueden desviarlos. Hacemos todo lo posible para escribir casos en los que nuestros propios alumnos han fracasado, tales como Jeff Skilling de Enron, para que nuestros estudiantes entiendan que eso podría pasarle a uno de ellos.

También tratamos de enseñarles a nuestros estudiantes sobre el valor moral, la voluntad de defender lo correcto y de hablar cuando son testigos de un comportamiento inmoral. Les recordamos que cada vez que se produce una falla moral siempre hay alguien que pudo haber hablado para detenerla. Como lo expresó tan acertadamente Elie Wiesel: "Lo que más le duele a la víctima no es la crueldad del opresor, sino el silencio del espectador".

Como líderes, debemos demostrar la fuerza de carácter para nunca ser espectadores. Más bien, debemos estar dispuestos a defender nuestras convicciones, incluso cuando sea difícil. También debemos tratar de crear "seguridad psicológica" que permita a otros miembros de nuestras organizaciones expresarse. Como lo señala mi colega Amy Edmondson, quien desarrolló este concepto, en las culturas con altos niveles de seguridad psicológica se alienta a las personas a asumir riesgos, informando sobre errores, haciendo preguntas o haciendo de abogado del diablo sin temor a que se les culpe o se les critique. Las investigaciones han demostrado que las organizaciones que cuentan con este tipo de cultura tienen mejor desempeño, aprenden más y tienen menos probabilidad de experimentar un fracaso moral.

Permítanme resumir. Como líderes de negocios, apéguense a los estándares de las profesiones más altas. Cultiven su competencia y su carácter para servir a la sociedad lo mejor posible. Cumplan con sus promesas a nuestra profesión compartida cuando tomaron el juramento de MBA. Estoy muy agradecido de que los graduados de INCAE estén entre los que han prestado este juramento. Al hacerlo, ya se han destacado como líderes que tienen una vocación más elevada.

Me siento agradecido por la oportunidad de celebrar este hito con ustedes. Felicito a todos los miembros de la generación que se gradúa este año, y aplaudo a todos los que vinieron antes que ustedes. Junto con todos los demás que nos hemos reunido para celebrar hoy esta ocasión, solo puedo imaginar lo mucho que saldrá de las vidas y carreras que ustedes tendrán en los próximos años. Vayan y hagan grandes cosas. ¡Buena suerte!