Centroamérica: un paso adelante y varios pendientes
Centroamérica sigue siendo una región de altibajos. El futuro se presenta retador y con amenazas; gobiernos, sector privado y sociedad cargan en sus hombros la tarea de abordar las novedades en tecnología, producción, comercio y sostenibilidad, pero también los viejos desafíos que llevan décadas golpeando nuestra estabilidad económica y política.
En Centroamérica está, por ejemplo, el país con las mayores tasas de deforestación (Honduras) y el de mayor recuperación boscosa (Costa Rica). Están también países emisores de migración y receptores. Así, entre contrastes, la región encara retos mayúsculos con el aprovechamiento eficiente de sus recursos y con el impacto de las políticas migratorias de Estados Unidos y su consecuente efecto en las remesas.
También están pendientes las consecuencias de las derivaciones de medidas proteccionistas impuestas por socios comerciales contra productos primarios para los países del área. El futuro presenta escenarios complejos también a causa de una mayor moderación en los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) que les planta cara a las cuentas corrientes en cada uno de los países.
Es hora de mirar las fortalezas: la apertura comercial, la integración financiera, la riqueza natural y una matriz energética con altos componentes renovables. Lo destacaron expertos convocados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), INCAE Business School y su Centro Latinoamericano para la Competitividad y Desarrollo Sostenible (CLACDS).
Es parte de lo que expone el libro ‘El futuro de Centroamérica: retos para un desarrollo sostenible’, con un recorrido por los últimos cinco años del Istmo en seis grandes ejes temáticos: comercio, inversión, migración, integración financiera, materias primas y riqueza natural.
Aunque persisten desafíos importantes, en el último quinqueno, Centroamérica, Panamá y República Dominicana muestran un crecimiento promedio mayor al de América Latina y El Caribe (4,4% versus 3,5%) empujado en parte por el mejor dinamismo de la economía estadounidense, el incremento en las remesas con su efecto positivo en las cuentas corrientes, por mayores flujos de IED, la apertura comercial y su efecto en las exportaciones y los beneficios asociados a menores precios de los hidrocarburos.
Alberto Trejos, Decano de INCAE, reconoce la importancia de un desarrollo sostenible y al mismo tiempo identifica las amenazas a los logros alcanzados desde la pacificación centroamericana de los años 90 en materia de clima de negocios, competitividad, infraestructura o apertura comercial. Entre ellas, los conflictos políticos, el crimen internacional, la violencia interna.
Además, la región debe acometer ya los retos que impone, por ejemplo, el fenómeno de China o las implicaciones de la revolución digital de cara a las nuevas habilidades educativas y a una mayor productividad.
Trejos ve indispensable discutir sobre la base de una integración regional renovada y de entender el fenómeno de la migración o lo que puede sobrevenir con medidas más duras desde Estados Unidos y el impacto sobre el segmento más joven y productivo.
Para Melvin Redondo, máximo jerarca de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), el replanteamiento de la integración regional no puede abordarse desde la suma de criterios de seis países, sino como bloque. Centroamérica es más grande que Ecuador y Perú, pero pierde espacios de negociación y genera ineficiencias en el proceso de gestión al insistir en dichas individualidades, señaló.
Dyalá Jiménez, ministra de Comercio Exterior de Costa Rica, valora que la integración regional va más allá de lo geográfico. Irradia el espectro de lo político, lo normativo y lo social, de cómo quieren los países lidiar con la revolución digital. Obliga a pensar en la decisión que plantea Mario Arana, exministro de Fomento, Industria y Comercio de Nicaragua: “queremos una Centroamérica unida pero también más competitiva globalmente, aprovechando sinergias”.
